Que sirvan las otras, copitas de mezcal
Bebida que día a día atrapa los paladares de los mexicanos, un destilado milenario y artesanal que no hay que olvidar en nuestras celebraciones.
Es una bebida que se ha puesto de moda en restaurantes y
bares mexicanos. Aunque su fama nacional e internacional es relativamente
reciente, el destilado del agave es una bebida milenaria.
La presencia del mezcal en gran parte del territorio
mexicano no es de sorprender, dado el alto consumo de fermentados a base de
agaves que hacían los habitantes de Mesoamérica.
Ya en el siglo XVI, fray Toribio de Benavente, llamado
Motolinía por los indígenas a quienes protegía, apuntaba la existencia
de un licor llamado mexcalli que se obtenía del metl o maguey. Esta palabra se
utilizaba por extensión, ya que el mezcalli era un dulce que se sacaba de la
misma plata antes de conocerse el proceso de destilación.
Al paso del tiempo la obtención de este aguardiente se fue
extendiendo por todo el territorio nacional y comenzó a llamarse mezcal. El
proceso de obtención del mezcal comienza con el cultivo del agave, o su
recolección si éste es silvestre. El desarrollo de un agave lleva entre 6 y 12
años, según la especie.
El mezcal actualmente cuenta con denominación de origen y
protege la producción de esta bebida en los estados de Oaxaca, Michoacán,
Guerrero, Guanajuato, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, y Tamaulipas. Son
estas las únicas regiones en el mundo que pueden producir mezcal.
El mezcal antes de este particular auge, era considerado
como una bebida “corriente”, destinado para una clase baja, que no podía
comprar un destilado más fino. Durante la revolución fue una de las bebidas
predilectas de los revolucionarios y al paso de las tropas, poco a poco se
difundió por el país.
Antiguamente se elaboraba en casas de algunos productores
pequeños y ahí mismo lo vendían. Se transportaba en pequeñas garrafas y ha
estado siempre presente en las fiestas, sean bautizos, fiestas patronales,
bodas o velorios. Siempre acompañado de una buena porción de grano y
rebanaditas de naranja.
En algunos lugares de la República Mexicana es parte primordial en la petición de mano. Con él se
bendicen las nuevas construcciones, las milpas; también se hacen limpias y
curaciones. Se bebe ofreciéndolo a los cuatro puntos cardinales y rociando
algunas gotas a la tierra.
En las fiestas se sirve no para brindar, sino para
ofrendar. No debe rechazarse. Se le bebe en estos casos al ritmo al que es
ofrecido. Las festividades pueden extenderse por días. Hay quien dice que el
mezcal no es una bebida: es un trago.
El mezcal no necesita de ningún boom para ser reconocido
por quienes lo han consumido toda la vida y por varias generaciones. En el
mundo profano para deleitar un buen mezcal no hay pretexto, siempre como un
buen aperitivo, entre amigos y sobre todo para curar mal de amores, obligan a
repetir lo que todo bebedor de mezcal sabe y profesa: “Para todo mal mezcal /
para todo bien, también, así que brindemos y dejemos que el mezcal abrace los
paladares.
Publicar comentario