Comida con ritmo, sabor y palabras
Ya sea un merengue, una salsa o un jarabe, la comida está presente en las canciones
La música y la comida han estado presentes desde el inicio
de la existencia del ser humano, tal vez con tambores o instrumentos de la
época. La música da esa chispa de alegría, en especial cuando se canta con
sabor, canciones como: Milpero, El bodeguero, Pan con mermelada, El zacahuil o
Camarón pela’o, cuyas letras están llenas de picardía y sabor.
Si se habla del jarabe, una de las definiciones que da
Vicente T. Mendoza, en el libro Panorama
de la música tradicional de México, estudios y fuentes del arte en México,
vol. VII, UNAM, describe que su nombre se relaciona con el almíbar, quizás
derive de la palabra árabe Xarabe y también debe estar relacionada con el
charape de Michoacán, bebida hecha con piloncillo.
Respecto a la salsa, es un ritmo afrohispanoantillano que
maneja muchos conceptos que equiparan la buena ejecución musical con elementos
gastronómicos. Y ya desde los albores de este ritmo, Ignacio Piñeiro tenía un
número titulado “Échale salsita” en que utilizaba esta palabra como sinónimo de
fuerza interpretativa.
El merengue es otro de los géneros musicales que ha cobrado
vida a través de los años. El nombre de este ritmo viene de un movimiento de la
upa habanera, al parecer en este baile se cubre el cuerpo de la mujer con
merengue o algún otro dulce y el hombre bailando, debe limpiarla. Otra de las
versiones es que proviene de Ciabo en República Dominicana.
Sea el ritmo que sea, las canciones en sus letras y en sus
sonidos encierran la creación de metáforas que están íntimamente ligadas a la
psicología, a las formas de vida y alimentación de los pueblos.
Uno de los compositores mexicanos que no se quedó atrás en
este tema es Chava Flores, todo un crónista a través de sus canciones, donde
retrata ese México, lleno de pregones, costumbres y sabores. “La Chilindrina”
es una de sus obras musicales que describe toda la gama de panes, con matices
de refranes y dichos del lenguaje popular de barrio de los años cuarenta. El
autor nombra las chilindrinas, conchas, trenzas, calamares, bisquets, limas,
pambazos, panqués, roscas, novias, panes de muerto y cocoles entre otros.
Son muchas las canciones que hablan de las costumbres
gastronómicas de los pueblos de México donde se describen las haciendas,
aserraderos, la ganadería, la gran cosecha de la milpa, las haciendas de la
caña de azúcar o las haciendas cafetaleras, lugares donde nace la mezcla que se
da entre la música regional mexicana, la influencia española y el ritmo que
traen los esclavos de raza negra, llenos de historia, cadencia y sobre todo de
sabores amorosos, prueba de ello es la canción “Moliendo café” o “La
Chicharrita del café”, ritmo que encierra la costumbre de bailar después de
cortar los granos para la preparación de tan delicioso elixir.
Los sones son otro género que manifiesta la gastronomía que
tiene México, como el son huasteco, donde se describe la riqueza de la Huasteca
hidalguense, potosina y veracruzana. Ejemplo de ello es el son de “Los Juiles”,
que describe la pesca de los deliciosos pescados de la región.
El son de “El chocolate” es una descripción de una boda en
las legendarias haciendas cacaoteras veracruzanas, la clásica descripción de
las bodas de los trabajadores y de la molienda de la bebida más afrodisiaca de
los dioses: el chocolate.
La música nos lleva a través de nuestro país, de norte a sur,
en un viaje gastronómico donde la creatividad de los compositores es grandiosa,
como la cantante Lila Downs que escribió una canción al mole, “La cumbia del
mole” y “Mezcalito” inspirada en la cocinera tradicional oaxaqueña Abigail
Mendoza, donde describe los ingredientes y la sensualidad que implica la
molienda en el metate. La música es un deleite a tu oído, imaginación y cuerpo a
través de los sabores.
Publicar comentario