Buñuelos, el mejor antojo
Su crujido es símbolo de alegría al paladar, bañado de
azúcar o de miel de piloncillo, los buñuelos es el final más suculento en
cualquier fiesta mexicana o verbena popular.
Siempre se acompañan de miel, elaborada con piloncillo y aromatizada
con clavo y canela. En el recetario de Sor Juana Inés de la Cruz, figuran tres
recetas de buñuelos, mejor conocido en el virreinato como “Puñuelos”, esto se
debe a que la masa se aplasta con los nudillos del puño para darle la forma.
Esta preparación es de herencia mozárabe, la cual llega a
México durante la conquista española. Los buñuelos podían ser de queso, de
requesón y de viento o huecos. Algunos recetarios del siglo XVIII, como el del
Padre Ávila Blancas, presentan recetas de buñuelos de arroz, de jeringa y los
llamados buñuelos nochebuena, hechos con pulque o con leche.
Durante la colonia, era común en los conventos la
elaboración de buñuelos por las tardes. Uno de los más famosos eran los del
convento de Santa Brígida, que además de su exquisito sabor, eran sabrosos por
su vistosa presentación en grandes platones de talavera.
En el libro Delicias
de Antaño, Teresa Castelló Yturbide, describe que otro de los conventos que
se dedicaban a realizar buñuelos era el de San José de Gracia. Por las tardes
las religiosas salían a la puerta del convento con grandes charolas. Asimismo
llevaban la deliciosa miel de piloncillo en grandes cazos de cobre.
Actualmente varias congregaciones religiosas siguen
elaborando los crujientes buñuelos, como es el caso de la Comunidad de Santa
Catalina de Siena, de la Orden de Predicadoras Dominicas, en la colonia
Mixcoac, que durante septiembre y diciembre preparan ricos buñuelos de viento
para venderlos en la puerta del convento.
Los buñuelos forman parte del acervo culinario de la
mayoría de los estados de la República Mexicana, si bien algunos presentan
interesantes variantes. En Veracruz, suelen preparase con jaiba, de piña, de
arroz y hervidos.
El oaxaqueño Alejandro Méndez Aquino, autor del libro Noche de Rábanos, En Oaxaca se hacen los buñuelos de rábano,
elaborados con la pulpa de esta verdura
y con pan de marquesote; los buñuelos de almidón; teñidos, de camote, de
pasas y de leche; otra variante son los fritos con manteca y servidos en hojas
de maíz secas, espolvoreados con azúcar coloreada. En esta temporada, en las
plazuelas de la provincia suelen verse los puestos con las grandes pilas de
buñuelos.
Durante las verbenas populares, así como como en fiestas
patronales, aún siguen vendiendo grandes y crujientes buñuelos. En las ferias
podemos encontrar tradicionales puestos de buñuelos y una gran variedad de
atoles para acompañar como el atole blanco, de cajeta, arroz o guayaba.
En el centro de Querétaro por las noches, en las
plazuelas se pueden encontrar a estas hermosas mujeres de robusta complexión,
sentadas junto al anafre, con grandes pilas de buñuelos y una gran cazuela de
miel, aromatizada con canela y clavo, tejocotes y guayabas. A un lado tienen ollas
de atole de blanco, al que se le puede agregar una cucharada de miel de los
buñuelos y queda de lo exquisito.
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