Mole, florecimiento del barroco y del restaurante El Tajín
Poseedora de características únicas, la cocina mexicana ha hecho importantes aportaciones culturales a la gastronomía internacional, como es la preparación del mole.
El mole ha estado presente en todo festejo, es la mezcla
de ingredientes entre los que destacan ajonjolí, cacahuate, chocolate, plátano
macho y chiles mulato, pasilla y ancho.
Elaborado sobre las bases de las cocinas conventuales, el
mole es un platillo emblemático de México, por ello la chef Ana María Arroyo del
restaurante “El Tajín” resalta su
preparación con sencillez y sabor, en la elaboración de unas tradicionales
enchiladas de pato. Declara la chef que tradicionalmente se acompaña con
guajolote o pollo, aunque es posible integrarlo a diversas carnes, como la del
pato.
Añade la experta en cocina mexicana, que esta creación
incluye tortillas elaboradas con plátano macho, mismas que se cuecen en comal y
se rellenan con carne de pato confitado; se cubren con mole veracruzano, un
poco de queso fresco y finas rodajas de cebolla. El mole es un platillo que se
ha convertido en un ícono de la cocina mexicana y en un sello de festividad.
Las recetas de El Tajín se preparan con productos
nacionales y locales, en cada creación se rinde un tributo a los productores
quienes depositan su perseverancia y amor por la tierra. La carta destaca el
concepto “cocina de productor” que busca apoyar a los trabajadores del campo
mexicano.
De acuerdo a la Secretaria de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), México destaca por su
producción de chiles ancho, pasilla, mulato, guajillo y puya; entre los
principales productores están Zacatecas, Chihuahua, San Luis Potosí y Durango.
La producción nacional de chile seco es alrededor de 98 mil 127 toneladas
al año.
La chef Ana María Arroyo destacó que la riqueza
gastronómica de México se centra en sus productos, en sus recetas, que, junto
con las técnicas culinarias representan una garantía para los comensales con
platillos que conjuntan los sabores, colores y olores de las diversas regiones
de nuestro país.
Su origen
Los escritos de Fray Bernardino de Sahagún contienen una
extensa relación de los guisos prehispánicos acostumbrados: nos habla de un
pipián, denominado “totollin
potzcalmolli”, preparado con “una gallina de la tierra hecha con chile
bermejo, tomates, pepitas de calabaza molidas”. De aquí sabemos que en el
mestizaje culinario continuó el uso de las antiguas recetas madres, se
incorporó en ocasiones la carne de animales traídos de Europa y se enriqueció
con las nuevas especias.
Muchos de los platillos, servidos por los indígenas en
festividades y ceremonias, seguirán utilizándose en el virreinato en las
fiestas de la religión recién impuesta.
La carne de guajolote o huexólotl, llamado pavo por los españoles, era una de las más
preciadas; por lo general se consumía en festividades y, al igual que los tamales,
se extiende a partir de la conquista, aunque conserva en mucho su carácter
ceremonial. Un buen banquete de boda siempre tenía como platillo principal el
mole de guajolote, el cual surge en el convento de Santa Rosa, en la ciudad de Puebla.
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