Manjares de un sibarita azteca
Exóticas frutas, bebidas, verduras, aves y pescados, se hacían presentes en la mesa del Emperador Moctezuma Xocoyotzin, gobernante de la ciudad mexica de Tenochtitlan de 1502 a 1520. Historiadores y cronistas de la época coinciden en que era un verdadero sibarita, ya que su mesa se integraba de selectos platillos.
Entre
los manjares se encontraban el cacao, frutas tropicales, tabaco y animales. De
los lagos sobre los que se asentaba la ciudad se obtenían pescados y cultivos
de chinampas, y de la tierra el frijol, chile, chía, calabaza, maíz y amaranto.
México Tenochtitlan era lugar de conejos, chichicuilotes, codornices,
venados, guajolotes y faisanes, los cuales también eran preparados para el gran
patriarca.
Bernal
Díaz del Castillo, cronista de la época en el libro “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, narra que
para elaborar la comida diaria para el gran Tlatoani Moctezuma se requería de
muchas doncellas para realizar cerca de treinta guisados.
Dichos
platillos al llegar a la mesa se acomodaban sobre braseros de barro, para que
permanecieran calientes. De los cuales el gran Moctezuma había de comer,
describe Bernal Díaz en sus páginas.
En
algunas ocasiones Moctezuma comía con algunos de sus principales mayordomos,
así a ambos les enseñaban cuál guisado era el mejor, y de qué aves e
ingredientes estaban guisados.
Cotidianamente
le guisaban gallinas, gallos de papada, faisanes, perdices de la tierra,
codornices, patos mansos y bravos, venado, puerco de la tierra, pajaritos de
caña, palomas, liebres, conejos. Todo esto guisado de diferente forma, ya sea
al horno de tierra, asado o en diferentes salsas, elaboradas a base de tomate
con pepitas de calabaza.
Bernal
Díaz del Castillo, refiere en su relato que eran tantas las exigencias
gastronómicas del gran señor Moctezuma que su pescado lo pedía fresco, traído a
diario desde el Golfo de Veracruz, el cual era transportado por corredores
esclavos que se relevaban para hacer el trayecto más de prisa.
En
la mesa también se encontraba una gran selección de frutas como; jícama, mamey,
capulines, nanches, papaya, tejocotes, tunas, rojas pitahayas y una gran
selección de zapotes como el blanco, amarillo y prieto.
Mientras
Moctezuma disfrutaba de la comida aromatizaban con cortezas de árboles, las
cuales eran olorosas, pero no hacían humo y en época de frío le ponían más
cortezas para dar más calor.
En
las mesas imperiales solían incluir banquetes muy abundantes, en los que se
comían frijoles, verduras, aves poco comunes por su rareza o su dificultad de
ser cazadas y otros animales, como venados o jabalíes, o en ocasiones incluían
la carne de los perritos o la de los guajolotes.
Fray
Bernardino de Sahagún, otro de los cronistas, en su libro Historia general de
las cosas de la Nueva España, cuenta que en los banquetes de las ceremonias se
acostumbraba sacrificar niños que aún se amamantaban para que la tierra fuera
más fértil, los cuales después de su sacrificio eran cocidos y comidos. Así
también el pozole o pozolli, era elaborado con alguna pierna de guerrero
águila, que eran los hombres más fuertes.
La
miel era un ingrediente valioso para los mexicas y solía, ya que solía ser
parte de la riqueza gastronómica de la cocina del gran patriarca.
Las
tortillas era otro de los alimentos primordial en la mesa de Moctezuma, ya que
estas acompañaban sus alimentos, eran hechas al momento por sus doncellas.
Bernal Díaz del Castillo describe que eran unas tortillas amasadas con huevos y
otras cosas sustanciosas.
Eran
muy blancas las tortillas y las ponían en la mesa en unos platos cobijados con
paños muy limpios. Bernal narra que también le servían unos panes, como bollos
largos y el pan pachol, que eran a manera de unas obleas.
La vajilla
era otro de los grandes detalles que cuidaban para agasajar al gran Tlatoani,
se servía en hermosas cazuelas y platos elaborados de barro de Cholula y
hermosos vasijas y vasos, labrados de oro.
El
comedor estaba hecho de madera, al que se le ponían hermosos manteles de mantas
blancas, en el que cuatro hermosas doncellas le ofrecían agua para lavar sus
manos.
Como
postre de la nobleza era la nieve, la cual varios cronistas de la época
describen que era traída de los volcanes y endulzada con miel o con algunas
frutas; el esfuerzo que suponía tenerla en la mesa en época en que no había
medios de refrigeración significó que fuera un alimento exclusivo de los
emperadores.
El
chocolate fue otro de los privilegios dentro de la sociedad indígena. Este era
espumado por hermosas doncellas y servido en jícaras y hay quien relata que
también era servido en finos tarros de oro.
Bernal
en sus crónicas narra que le presentaban cerca de cincuenta jarros grandes
hechos de buen cacao. Esta bebida se aromatizaba con flor de cacao, también en
ocasiones le ponían chile o solían endulzarlo con miel, así como también
llevaba vainilla.
La
calidad de esta bebida era puesta en relieve al presentarla a la mesa del
emperador, que impresionaron a los cronistas españoles. Así también se dice que
era ya considerado desde esa época una bebida energética y afrodisiaca, por lo
que Moctezuma tomaba habitualmente dos jarros y cuando dormía con sus doncellas
tomaba de tres a cuatro jarros de la excitante bebida.
Se
dice que había la costumbre de invitar a los grandes guerreros y a los nobles a
compartir la mesa del emperador. Esto debió variar de acuerdo a las exigencias
del emperador Moctezuma.
Por
último le ofrecían unos cañutos pintados de dorado, que en su interior tenía
hojas de tabaco, una vez que el emperador tomaba el humo de aquellos cañutos se
adormecía.
La
riqueza y variedad de la mesa de Moctezuma sorprendió a los españoles y aún en
nuestros días no deja de sorprender la gran riqueza de sabores que llegó a
tener las mesas de los emperadores aztecas.
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